“Yo me ordené un 29 de marzo de 1996 en
la ciudad de Corzuela y ahora nos encontramos aquí en la ciudad de Las Breñas,
una señora me preguntó; ´en que se encuentra diferente?´, en que tengo pelo
blanco, más viejo, mas malhumorado –risas-, agradezco a Dios, a la comunidad de
estar hoy acá, no porque uno lo ha buscado sino porque Dios así lo quiere y eso
se da cuenta que a lo largo de los veinte años, Dios nunca me ha abandonado a
pesar de las grandes cruces que uno tuvo que pasar, porque uno se da cuenta que
la vida del sacerdote no todo es color de rosa, también tiene cruces, tiene
errores, pero sin embargo uno se da cuenta que Dios nunca nos abandona y esto
es la mayor alegría, el mayor gozo y uno trata cada día de ser una persona, un
hombre que trata vivir lo que Dios nos pide a cada uno de nosotros.
Yo nací y me crié en el campo y veía
cuantas personas, nacían, vivían y fallecían sin tener a nadie que le dé una
ayuda en lo espiritual, eso me preocupaba, como podía ayudar a esas personas a
pesar de la pobreza que sean felices, yo no escuche una llamada, que el Ángel
vino, no, esa situación fue paulatina, se fue acrecentando y a los veinticuatro
años dije ´voy a ver qué es esto de prepararme para el sacerdocio´, creer en
Dios es fácil, pero confiar en Él no es tan fácil, porque yo cuando tome la
decisión de irme de casa, mi papá hacia poco que había fallecido, si uno confía
en Dios puede realizar cualquier cosa.
Al estar a cargo de la parroquia a uno
le trae muchas alegría, muchas satisfacciones, uno ve cuando una familia, un
hombre, estuvo en alguna situación y salió, eso a uno lo hace feliz, también lo
hace llorar a aquel que no lo pudo ayudar, por ejemplo hay un enfermo que me
dice; ´padre rece por mí´; y uno reza, trata, pero sabe que uno no es Dios, que
sabe que no va a curar, uno solo es un puente, reza por esa persona y se da
cuenta que se va a morir o se murió y a uno a veces se les cae las lágrimas porque
no pudo cumplir con lo que uno quería, porque el hombre propone pero Dios es el
que dispone, el regalo más grande es poder decir soy feliz a pesar de los
problemas”. –Sacerdote Osvaldo Santillán-.-